Descripción
El estrés o las cargas psíquicas, e incluso los factores ambientales como, por ejemplo, la radiación UV, la luz azul o la contaminación atmosférica, hacen que la piel presente a menudo un aspecto cansado, agotado y sin vida. Muestra un aspecto áspero, con frecuencia transmite un efecto rudo y poco uniforme y pierde tonicidad, elasticidad y firmeza. A la piel le falta la energía necesaria para defenderse ante los factores ambientales dañinos y desarrollar óptimamente el proceso de regeneración. Como consecuencia, le falta la correspondiente capacidad de resistencia frente a los factores de estrés externos y envejece con mayor rapidez.